Las (en ocasiones aburridas) redes sociales han cambiado la manera de relacionarnos, han supuesto toda una experiencia sociológica de la que la mayoría somos protagonistas. Habrá personas defensoras y otras detractoras, unas con discursos bien estructurados sobre ventajas e inconvenientes y otras, como yo, divagaran sobre el tema.
Facebook, Fotolog, LinkedIn, Myspace, Spotify, Tuenti, Twitter,… Un sin fin de redes que han modificado nuestra conducta delante de la pantalla del ordenador y/o nuestros smartphone. Que te vas de viaje el fin de semana, lo actualizas en tu estado. Que ves un armadillo en la Plaza Mayor, le haces una foto y lo compartes con tus contactos. Que vas a ir a un concierto, creas un evento. Y claro, lo peor de todo esto es que el “divide y vencerás” ha llegado también a las redes y resulta que tienes que actualizar todos los sitios en los que te has dado de alta, gratuitamente, para que todos tus contactos conozcan tus inquietantes deseos. Pese a que ahora lo que esta en auge, al menos en la red social creada por Mark Zuckerberg, es crear distintas listas en las que distribuir a tus contactos y/o amistades para controlar tu privacidad.
La otra pirámide © JRI |
Llegados a este punto seguro que te preguntas ¿Por qué divaga sobre las redes sociales? Pues el motivo es que cada vez tengo más claro que son de gran utilidad para nuestras relaciones personales y profesionales y además me atrevo a escribir, es lo malo de las redes sociales, que si Abraham Maslow, el de la pirámide, levantara la cabeza, afirmaría que muchas personas las utilizan para llegar a cubrir sus necesidades de autoestima ¿es eso malo? considero que no, pero claro no soy el señor Maslow, ni un reconocido analista de la sociedad global, pero estoy totalmente de acuerdo en que las redes sociales virtuales son necesarias no sólo para cubrir nuestras necesidades, sino también para interactuar con el mundo. Son las redes sociales las que acortan distancias y no las líneas de ferrocarril de alta velocidad. Aunque claro, pasa como con todo, hay que usarlas sin caer en los síndromes esos raros que se generan en despachos de profesionales de la psicología o a saber donde. Hay que diferenciar entre que compartimos y que no compartimos, debemos distinguir entre lo público, lo privado y lo intimo. Es como tomar cerveza, o comer queso. A mí por ejemplo me encanta el queso, pero no por eso es el único alimento que ingiero. No todo es tan malo como lo pintan, ni tan bueno como creemos. Y tú ¿qué opinas?
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